El impacto de la primera ola sobre la actividad económica

 La noticia de una pandemia originada por el coronavirus Covid-19 llegó a Bolivia en febrero de 2020 y por el resto del año generó un contagio acumulado de 144,708 personas y causó la pérdida de 8,957 vidas hasta el 30 de noviembre 2020, en su primera ola. La línea amarilla punteada en el gráfico muestra la primera ola de contagios mensuales confirmados, llegando a su máximo entre los meses de julio y agosto. Las decisiones gubernamentales nacionales y subnacionales, las decisiones de la sociedad civil hasta las decisiones de las familias y las personas, todos sujetos a sus propias restricciones, buscaron en un principio protegerse para evitar contagios y pérdida de vida. Sin embargo, las mismas tuvieron un efecto secundario predecible pero inevitable; la disminución de la actividad económica. Por ello, las decisiones posteriores del gobierno, la sociedad civil organizada, las familias y las personas individuales, fue más bien la de buscar cada uno su mejor equilibrio entre salud y trabajo, decisión que además podía cambiar rápidamente en función al comportamiento observado de la propia pandemia.



El seguimiento al ritmo y evolución de la actividad económica mensual se la realiza a través del Índice General de Actividad Económica (IGAE), publicado por el INE desde el 2008. Este artículo utiliza la serie de tiempo del IGAE y un poco de econometría para presentar una medición de la magnitud del impacto del Covid-19 sobre la actividad económica durante la primera ola de febrero a noviembre de 2020.

El gráfico muestra el resultado del ejercicio, donde la línea azul corresponde a la evolución del IGAE, tal como fue observada y registrada por el INE, incluyendo el conflicto político de noviembre de 2019 y la experiencia de la pandemia hasta noviembre de 2020, cuando la primera ola prácticamente había llegado a su fin. En cambio, la línea anaranjada muestra cómo se habría comportado el IGAE si no hubiera ocurrido ni el conflicto político ni la pandemia (es lo que se llama el contrafactual). Se trata de una proyección muy precisa que empieza en noviembre de 2019 hasta noviembre de 2020. La diferencia visual entre ambas líneas es por supuesto el impacto de la pandemia sobre la actividad económica en el periodo de diez meses entre febrero a noviembre de 2020. La diferencia que se observa en noviembre de 2019 se debe al impacto de la inestabilidad política sobre la actividad económica, de la cual la actividad económica se recuperó rápidamente hasta enero de 2020.

Se puede observar cómo el comportamiento de la serie con pandemia (azul) fue cambiando desde febrero de 2020, mostrando una caída significativa en la actividad económica, especialmente entre abril y mayo, cuya magnitud no se había experimentado antes. En cambio, la línea anaranjada o serie del contrafactual, que reproduce con mucha precisión el comportamiento estacional de lo que habría ocurrido sin pandemia, tomando en cuenta toda la información pasada sobre el comportamiento del IGAE, nos muestra que su evolución no hubiera sido constante, sino que habría cambiado todos los meses en función a las características estacionales del aparato productivo boliviano, que algunos meses crece y otros decrece, siendo el mes de octubre el punto típicamente más alto de actividad económica y febrero su punto más bajo.

Se podría decir que la recuperación de la actividad económica en un principio se estaba encaminando hacia la forma de una V, pero debido a la grada entre junio a agosto, cuando la pandemia ascendía y llegaba a sus picos de contagios registrados, terminó como una W inclinada y alargada en su derecha.

Metodológicamente el cálculo del impacto se obtiene restando la línea azul de la línea anaranjada, es decir, el área entre lo que efectivamente ocurrió comparado con lo que hubiera ocurrido sin pandemia. Esta forma de medir el impacto es conceptualmente diferente a medir restando el valor observado actual respecto al valor observado un año antes. Esta última no sería una medida de impacto por que no toma en cuenta que la actividad económica habría continuado aumentando durante 2020 al ritmo que lo estaba haciendo dado el contexto internacional y la estructura de la economía. Econométricamente, se estimó un modelo ARMA de la tasa de crecimiento del IGAE, antes de proyectar al IGAE mismo.

Siguiendo la tabla siguiente, el índice acumulado del IGAE sin pandemia habría crecido hasta los 3,334.81 puntos, pero con pandemia solo creció hasta 2,896.66 lo que establece un impacto de la pandemia de 13.14% de pérdida de actividad económica en el periodo de febrero a noviembre de 2020.

El IGAE es también un promedio ponderado de la evolución de 12 grandes sectores de actividad económica, por consiguiente, es posible que algunos sectores hayan experimentado diferentes grados de pérdida de actividad económica debido a la pandemia, diferentes al promedio global, y también es posible que algunos sectores se hayan beneficiado. Siguiendo la misma lógica metodológica anterior, el siguiente cuadro presenta resumen del mismo ejercicio por sectores económicos, mostrando que los sectores que ganaron fueron los de gas natural y comunicaciones. Los demás perdieron, siendo los más dañados los sectores de minerales y construcción en primer lugar, transporte y restaurantes en segundo lugar, manufactura y comercio en tercer lugar, electricidad y establecimientos financieros en cuarto lugar, y administración pública y agropecuaria en quinto lugar y como los más resilientes.


Autor: Gover Barja


Nota: Las ideas y opiniones expresadas en este documento son las de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial de la Escuela de la Producción y de la Competitividad (ePC).

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