La importancia de las instituciones en la competitividad


En el primer artículo del presente blog, Competitividad: Identificando algunos de los principales desafíos de Bolivia, se menciona al Índice de Competitividad Global (ICG) 4.0 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) como un punto inicial de diagnóstico de la situación actual de Bolivia con respecto a su competitividad. El lugar que ocupa Bolivia es el 105 de un total de 140 países considerados en el reporte, y al desagregar el índice en sus 12 pilares, encontramos que uno de los más bajos es el de Instituciones (puesto 129), superado únicamente por el indicador de Dinamismo de los negocios, en el que ocupamos el puesto 130.
Si bien la definición de “competitividad” ha generado un gran debate (Delgado et al. 2012), de acuerdo al Foro Económico Mundial, la competitividad es “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Por su parte, la productividad es el principal factor que explica el crecimiento y la prosperidad de un país y de su población en el largo plazo.
Para entender cómo se incrementa la productividad en un país existen dos posibilidades relacionadas a dos corrientes paralelas (Rodrik et al. 2016).  La primera viene de cambios estructurales al migrar los factores de un sector poco productivo, que permanece tecnológicamente retrasado, a uno más productivo, donde se genera innovación y aumenta la productividad. En este enfoque de economía dual (Lewis, 1954; Ranis y Fei, 1961), el desafío está en asegurar que los recursos migren rápidamente del sector menos productivo al más productivo (desafío de la transformación estructural).
La segunda corriente, como también la explica Rodrik et al. (2016), deriva del modelo neoclásico de Solow (1956), y el crecimiento depende del ahorro y de la acumulación de capital (físico y humano), asumiendo que los diferentes sectores económicos son suficientemente similares. En este caso, el desafío está en la adecuada acumulación de capital humano y de capacidad institucional para generar un crecimiento sostenido de la productividad (desafío de los fundamentales).
De lo anterior, se puede entender que la calidad de las instituciones está únicamente relacionada al desafío de los fundamentales. Sin embargo, analizando un poco más en detalle este primer pilar del ICG, se puede ver que también es un elemento importante en el desafío de la transformación estructural.
Comencemos diciendo que el buen funcionamiento de las instituciones públicas y privadas hace parte de los requerimientos básicos para la competitividad, cuya importancia es mayor aun cuando se trata de países con economías basadas en recursos, como la boliviana. Entre los principales aspectos capturados dentro de este pilar están la seguridad, los derechos de propiedad, el capital social, el control y equilibrio de poderes, la eficiencia del sector público y la transparencia y ética, entre otros. Las instituciones generan un impacto en la competitividad por los incentivos que genere y por la seguridad que brinde para reducir la incertidumbre entre los diferentes actores (The Global Competitiveness Report, 2018).
En este sentido, ante una mala calidad de las instituciones (públicas y/o privadas), se puede frenar tanto el desafío de los fundamentales, desincentivando la inversión en capital o en investigación y desarrollo, como el desafío de la transformación estructural, provocando una migración del capital humano hacia sectores rentistas, o al sector informal, con menor productividad.
Finalmente, en un análisis realizado por Chávez y Zavaleta (2017), se pudo apreciar que el incremento en la productividad del trabajo de las últimas décadas fue bajo, y fue sobre todo impulsado por la parte de los fundamentales. Por su parte, el efecto de la transformación estructural fue negativo, sugiriendo en términos generales que el trabajo migró hacia sectores menos productivos.
Autor: David Zavaleta PhD
Referencias:
Chávez, G. y D. Zavaleta. (2018). Diversificación productiva y crecimiento económico en Bolivia. En Wanderley F. y J. Peres-Cajías (Editores) Los desafíos del desarrollo productivo en el siglo XXI. Diversificación, justicia social y sostenibilidad ambiental. UCB/FES/PLURAL.
Delgado, M., C. Ketels, M. Porter y S. Stern. (2012). The Determinants of National Competitiveness. Working paper series (National Bureau of Economic Research).
Schwab, K. (Ed.) (2015). The Global Competitiveness Report 2015-2016. World Economic Forum, Geneva.
Rodrik, D., M. McMillan y C. Sepúlveda (2016), “Structural Change, Fundamentals, and Growth”. IFPRI. Washington, DC.
Schwab, K. (Ed.) (2018). The Global Competitiveness Report 2018. World Economic Forum, Geneva.
Nota: Las ideas y opiniones expresadas en este documento son las de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial de la Escuela de la Producción y de la Competitividad (ePC).

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